El Feel Cortegada encajó ayer su segunda derrota en liga y consecutiva, pero eso fue lo de menos. Lo peor fue la lesión de la pívot Lucía Méndez, que cayó mal, de espaldas, tras un choque con una rival y acabó siendo trasladada en ambulancia al hopistal Povisa donde al cierre de esta edición todavía se le estaban haciendo pruebas. En principio parece que se trata de un esguince cervical pero hasta los resultados de las pruebas no se conocerá el alcance real de la lesión.
El Cortegada comenzó bien, dominando el juego interior con Andrea Ríos y la propia Lucía Méndez, pero está cayó lesionada mediado el segundo cuarto y a partir de ahí cambió el rumbo del partido, que se hizo muy trabado. El Cortegada se quedó sin rotaciones y se le aparecieron dos rivales más complicados que las jugadoras del Celta: los árbitros. Y es que su actuación fue calamitosa, con una permisividad fuera de lo normal con la defensa viguesa y “una actitud extraordinariamente soberbia con todas nuestras jugadoras y banquillo”, apuntan desde el club vilagarciano. Pepe Vázquez, al que amenazaron de expulsión, acabó tan indignado que no quiso hacer ningún tipo de declaración que pudiera lamentar a posteriori. Esa permisividad arbitral motivó que el Celta jugase superando, por momentos, el límite de lo permitido. Y entre esto y la preocupación por Lucía, la mente de las vilagarcianas estaba en todo menos en el juego.
Y para colmo los árbitros no querían hacer constar en el acta la lesión de Lucía, a lo que accedieron más tarde tras una ardua discusión con técnicos y directivos del Cortegada.
Fuente: Diario de Arousa