Rubén Domínguez desconocía ayer si podrá contar con Andrea Ríos, con problemas estomacales, ante un rival que encadena tres triunfos
Partido trampa el que esta tarde-noche afronta el Portomar Cortegada en la cancha del Universidad de Oviedo. Por el subidón de adrenalina inyectado en la vena del conjunto vilagarciano tras su triunfo la semana pasada en el pabellón municipal de Fontecarmoa ante uno de los tres teóricos intocables del Grupo 1 de la Liga Femenina 2, el Al-Qázeres (77-70). Y porque destrás de la antepenúltima plaza en la clasificación que presenta su rival de esta tarde se encuentra un contrincante que encadena tres de sus cinco victorias en las tres últimas jornadas del campeonato. A costa del Café Barco GBP, 51-58, del penúltimo Pabellón Ourense, 37-68, y de nada menos que el ADBA, el equipo con el que el Portomar Cortegada perdió su partido por el cuarto puesto hace dos semanas, y al que volvió a atrapar inesperadamente siete días atrás al caer el cuadro avilesino en el derbi astur por 77-74.
A estos datos podría unírsele un enorme contratiempo al equipo de Rubén Domínguez. Ayer el técnico del conjunto vilagarciano desconocía si podrá contar esta tarde con Andrea Ríos. La pívot arousana sufre desde el miércoles problemas gástricos que le han impedido trabajar con sus compañeras.
De confirmarse su baja, sería una notable merma para la corta rotación del Portomar Cortegada, ante un rival que reparte muchos minutos entre nueve jugadoras. La alero Sara Fernández es su baloncestista de referencia junto a la pívot camerunesa Florence Valerie Avebe, un falso cinco en un conjunto asturiano poco físico.
El peligro, en el perímetro
De ahí que el juego del Universidad de Oviedo se concentre en la actividad de sus exteriores, con alta capacidad de anotación perimetral, pero también de penetrar y doblar generando ventajas ante adversarios con un cinco de mayor envergadura.
Fuente: La Voz de Galicia